La ley de «memoria democrática» perpetrada por este PSOE de Pedro Sánchez con sus socios parlamentarios (comunistas, golpistas y proetarras) no hace sino abundar en los mismos «errores» (llamémosles de momento así) que los distintos gobiernos han cometido en los últimos años. Se empeña el socialismo en seguir enfrentando a los españoles de manera irresponsable y suicida, en vez de afrontar con seriedad la terrible situación económica por la que atraviesa ya la mayoría de los ciudadanos.
La Historia (siempre lo hemos dicho) es lo contrario de la memoria. Lo primero es una ciencia humanística basada en el conocimiento de la verdad. Lo segundo es una facultad de las personas condicionada por factores subjetivos, emocionales, etc. Hablar de «memoria democrática» es insultar la inteligencia de los españoles, una vez más.
Por lógica, no deben ser los gobiernos los que se dediquen a la Historia, sino los historiadores. Y si son independientes de la política, mucho mejor. Con esta ley, Sánchez pretende llevar a nuevos límites el «trabajo» de sectarismo ideológico realizado por Rodríguez Zapatero en sus dos disparatadas legislaturas. De nuevo, buscando culpables del pasado, señalando a malos y buenos, enfrentando, dividiendo y llenándolo todo de odio y rencor. Lo habitual en la izquierda, desde siempre.
Que, además, sean los etarras de Bildu, los pistoleros de cuello blanco, quienes se unan al «consenso demócrata» para sacar adelante el nuevo proyecto de ley, alcanza ya matices grotescos. Nunca, hasta hoy, los criminales que han llenado de sangre y muerte las calles de España se habían convertido en «jueces morales» que dictan quién fue malo y quién bueno en los años del «franquismo» y la Transición. Es como si pusiéramos una toga a un asesino en serie para que juzgase a sus propias víctimas mortales. Delirante y repugnante. Y todo, en pleno aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco.
Naturalmente, solo se puede llegar a semejante punto de esquizofrenia colectiva si antes, durante décadas, has borrado la verdad sobre el franquismo y la Guerra Civil, te has inventado un relato que luego has impuesto de manera totalitaria en los libros de texto de los alumnos, y has controlado casi todos los MCS para que perpetúen las mentiras de consenso a cambio de perdonarles sus abultadas deudas. Hoy, con todos esos antecedentes, de la verdad histórica no queda ni rastro.
Como dice el Evangelio, «la verdad nos hace libres». El secuestro de la verdad histórica, su corrupción y sustitución por un relato falso y ridículo del pasado, pervierte la sociedad hasta el tuétano y deja a sus ciudadanos vendidos, en manos de unos verdaderos tiranos. Esta nueva ley socialista, por su contenido y por sus firmantes, llevará a España al último estadio de una trayectoria demencial que dura casi medio siglo. Ojalá no lo paguemos tan caro como en el siglo anterior; pero merecer, empezamos a merecerlo.