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Gastronomía

Los martes del cocido en El As de Bastos

Dijo el genial Ernest Hemingway que “Madrid rebosa literatura, poesía y música por sus cuatro costados, tanto, que ella misma es un personaje literario”

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Dijo el genial Ernest Hemingway que “Madrid rebosa literatura, poesía y música por sus cuatro costados, tanto, que ella misma es un personaje literario” y cuánta razón tenía. Madrid, crisol de culturas, cruce de caminos y de ríos de asfalto, populosa, solidaria, señorial y escalón al cielo; rebosa de ella misma y, entre arte y letras, Madrid también rebosa gastronomía.

Madrid es afortunada por su céntrica situación geográfica dentro del mapa de España, lo que unido al magnífico sistema de comunicaciones tejido desde el kilómetro cero, hacia los puntos más periféricos de la península, han dotado a sus mercados y plazas de abastos,  de los mejores productos, más frescos y de mayor calidad, traídos a la capital desde los pastos del norte, las campiñas del sur y de la meseta, las vegas mediterráneas o las huertas más orientales y, naturalmente, de los puertos y lonjas de los mares que nos rodean. No en vano siempre se ha dicho que Madrid era el mejor puerto de toda España.

Pero la región de Madrid es rica en recursos propios agrícolas y también ganaderos, por lo que a los madrileños, solo nos falta sacar pecho y tirar de ese sano “chulerío castizo” que nos caracteriza, para impulsar y promocionar los productos típicos de Madrid.

En este sentido, los hosteleros juegan un papel fundamental, al ser los artífices de servir en sus establecimientos, platos elaborados con productos de proximidad. Y, precisamente, uno de los restauradores que sacan pecho por los productos de Madrid es Lucio De Frutos, propietario del emblemático As de Bastos, ubicado en la localidad de Majadahonda. Una visita obligada para los amantes de la buena mesa, en donde el exquisito servicio de sus profesionales casi rivaliza con la calidad de su buen hacer a los fogones.

El restaurante As de Bastos nacía en noviembre de 1997 bajo la dirección de Lucio De Frutos Pérez y su familia. Tras haber dedicado muchos años a regentar varios restaurantes en Madrid, aquel final de año de 1997, deciden trasladarse a Majadahonda donde inauguran un pequeño establecimiento -en lo que es hoy la cervecería-, que posteriormente ampliarían, pasando de 35 a 150 comensales.

El trabajo duro, el mimo con que tratan los productos -naturalmente de primera calidad-, el impecable trato a los clientes y, en general, el amor por las cosas bien hechas, han ido fraguando durante años su excelente reputación, habiéndose convertido en un referente de la gastronomía madrileña.

Uno de sus principales activos es que tienen toda una carta apta para celíacos. Cuentan con dos cocinas completamente diferenciadas, una con comida para celíacos y otra de comida tradicional.

Lucio nos ofrece una carta en la que los productos varían desde carnes rojas a pescados y mariscos de primera calidad. Y en la zona de cervecería, las cañas bien tiradas y el vermut de grifo, se dejan acompañar de una variada selección de pinchos, con especialidad en frituras malagueñas, ibéricos y gambas a la plancha. En temporada de setas, es imposible resistirse a sus boletus y amanitas.

Pero hoy es martes y el plato especial del día es cocido madrileño. Reconozco que no he podido resistirme a catar este manjar que es una de mis debilidades. Mi querido amigo Lucio lo sabe, y creo que su mayor disfrute es complacer a quienes venimos a su casa para degustar su cocina y observar cómo lo hacemos con gusto, de verdad.

Llega el primer plato, la sopa, y comienza el deleite. El caldo absolutamente sabroso, guarda los matices de las verduras, los garbanzos y las carnes con que se ha elaborado a fuego lento, desgrasado varias veces, para conservar todo su sabor. Un plato generoso de sopa con fideos finos, que gustosamente se deja acompañar por unas piparras en vinagre, que aportan un toque de frescura, con el punto justo de picante.

El segundo plato es generoso: garbanzos, patata, zanahoria, repollo, morcillo, ave, chorizo, tocino con betas, jamón y morcilla. Todos productos de primera calidad y, en su mayoría, procedentes de Madrid. Los garbanzos, pieza clave de este tradicional plato, son de La Garbancera Madrileña, auténtico garbanzo autóctono de Madrid, pequeño e hidroscópico, que no se despelleja y que absorbe todo el sabor del caldo en que se ha cocinado. Tiernos y muy saborosos, son manteca pura.

Y para acompañar esta auténtica obra de arte culinaria, no podía faltar un vino de Madrid. Lucio ofrece distintos vinos de la D.O. Vinos de Madrid en su carta, todos de excelente calidad, meticulosamente seleccionados por el sumiller. Porque si en el As de Bastos miman los productos de su cocina, idéntico cuidado dispensan a su bodega de vinos.

Hoy he elegido un tinto de Colmenar de Oreja, un vino elegante por los terrenos calizos de sus viñedos. Un vino equilibrado, fresco y con ligeros matices frutales, ideal para maridar con un buen cocido madrileño.

El café y la sobremesa, invitan a compartir un rato de conversación con mi buen amigo Lucio. Es tiempo de apoyar la hostelería. Los bares y restaurantes además de conformar un sector clave de nuestra economía, son mucho más, son punto de encuentro, tradición y parte indisoluble de la cultura española. En Madrid, la presidenta Díaz Ayuso, consciente de ello desde el inicio de esta pandemia, ha puesto en merecido valor nuestra hostelería, apoyando férreamente este sector.

Es tiempo de arrimar el hombro entre todos. Y creo que los madrileños estamos sabiendo responder -siempre con responsabilidad- ante la desoladora situación de nuestros bares y restaurantes. Es tiempo de dar a quienes tantos momentos de encuentro y tanto buen hacer nos han dado

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Gastronomía

Jazz y Gastronomía en Casa María

GASTRONOMÍA| Sabor a Madrid. Por Borja Gutiérrez Iglesias

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GASTRONOMÍA| Sabor a Madrid, Por Borja Gutiérrez Iglesias

Comienza el nuevo año y he de confesarles que, entre mis buenos propósitos, me agrada sobremanera, continuar dando difusión de la gastronomía madrileña, de nuestros vinos y productos de proximidad, para su mayor conocimiento y disfrute entre los lectores del Periódico Sierra Madrid, esperando que compartan el mismo entusiasmo que yo practico.

Con este ánimo, me dispongo a disfrutar de una velada muy especial en el Restaurante Casa María, ubicado en la calle de la Cava Alta número 7, donde además de rebosar ambiente castizo por los cuatro costados, se defiende e impulsa el producto madrileño de proximidad, con el férreo convencimiento de que en la región de Madrid, tenemos la inmensa dicha de contar con productos de excepcional calidad, como las hortalizas y verduras de nuestras vegas y huertas, quesos y lácteos, carnes de la Sierra de Guadarrama, encurtidos, miel, garbanzos, aceites y vinos.

Suelo frecuentar esta casa de comidas para disfrutar de su fabuloso cocido de tres vuelcos, elaborado magistralmente, a fuego lento, con garbanzos autóctonos de Madrid de La Garbancera Madrileña, y carnes y hortalizas de proximidad. Todo producto madrileño. Es muy cierto que su propietario ha sabido darle una vuelta más al concepto de la excelencia gastronómica, y lejos de vivir de las rentas derivadas de su situación estratégica, se ha ganado a pulso el enorme prestigio que caracteriza sus fogones, a base de perfeccionar permanentemente su cocina, cuyos platos maridada con una excelente selección de vinos de Madrid.

En Casa María se organizan con cierta regularidad experiencias que fusionan la gastronomía con la música, a través de diferentes conciertos y actuaciones. En esta ocasión, me propongo disfrutar de Noches de Jazz y Gastronomía; se trata de un ciclo de conciertos “4 voces de mujer”, protagonizado el primero de ellos por Milián Oneto, acompañada al piano por Jesús Lavilla y a la guitarra por Tito Alcedo.

Y si la iniciativa musical resulta un auténtico lujo, la gastronómica no podía ser menos. La propuesta incluye como bienvenida caldo o crema del día y copa de cava. Entrantes a elegir entre espárragos como los comía Lope de Vega, croquetas artesanas o hongos a la plancha con yema. Entre los principales, carrillera de ibérico estofada con vino Manzanilla con su guarnición de patatas y hortalizas, bacalao a la madrileña con tomate casero o lomo de bonito encebollado ligeramente escabechado. Para finalizar, torrija de la casa con helado, manzana asada con miel o tartaleta de manzana con helado. Todo maridado con vino Muss Crianza de Bodegas Licinia (Denominación de Origen Vinos de Madrid).

Sin duda, una velada cargada de magia y duende, en la que he podido disfrutar de la conjugación de dos de mis pasiones: la música y la buena gastronomía. Una experiencia más que recomendable.

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Gastronomía

La Fragua de Sebín en Malasaña

GASTRONOMÍA| Sabor a Madrid. Por Borja Gutiérrez Iglesias

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GASTRONOMÍA| Sabor a Madrid. Por Borja Gutiérrez Iglesias

Pasear por el histórico barrio madrileño de Malasaña es un auténtico lujo que todo ciudadano de Madrid -o del mundo-, debería practicar con asiduidad. Sus calles y plazas cargadas de historia, han sido testigos de algunos de los acontecimientos más memorables que se han vivido en la capital de España. Aquí se ubicó el Cuartel del Monteleón, donde se libró una de las batallas más sangrientas de la Guerra de la Independencia, y en sus calles murió la joven heroína Manuela Malasaña, -cuando tenía tan solo 17 años-, a manos de las tropas francesas, mientras defendía nuestra ciudad.

Malasaña rebosa cultura y en sus calles, todas las artes tienen su espacio. Por ello, a cada paso es fácil hallar locales de ensayo, escuelas de música o de danza, de interpretación, de dibujo, teatros…  Malasaña es, además, el emblema por excelencia de la movida madrileña. Algunos de los bares más populares de la década de los ochenta han dejado una huella imborrable en varias generaciones de madrileños, como el Penta, Vía Láctea o Diplodocus.

Pero su centro neurálgico es quizá la Plaza del Dos de Mayo, en la que el Monumento a Daoiz y Velarde vuelve a retrotraernos a la Guerra de la Independencia y a recordarnos cuán valiente fue aquel pueblo de Madrid que dio su vida por defender nuestra libertad y nuestra tierra. 

Muy cerca de la Plaza del Dos de Mayo, en la calle del Divino Pastor número 21, el restaurante La Fragua de Sebín invita a disfrutar de la buena mesa, con platos de tradición española mediterránea con toques creativos inspirados, principalmente, en la cocina de Japón.

La carta se Sebín ofrece entre sus entrantes auténticas exquisiteces como el salmorejo negro con helado de pimiento rojo asado, pez mantequilla y mojama; zamburiñas a la plancha con copetín de cebolla caramelizada y jamón; risotto con hongos silvestres y mousse de oca; ensaladilla rusa con crema de aguacate, fresas y gambón en tempura; o su plato estrella, pulpo a la brasa con helado de mostaza y wasabi regado con aceite de oliva virgen.

En el apartado de carnes, destacan el rabo de toro al estilo tradicional con guarnición de arroz; los filetes de ciervo con foie y peras en vino tinto; o la chuleta vasca de vaca vieja con maduración de 40 días, trinchada a la parilla de carbón.

La carta de pescados es más breve pero igualmente exquisita: callos de bacalao al estilo clásico, lomo de bacalao en falso pil pil o tartar de atún rojo con aliño de soja y wakame.

Y respecto a los postres, resulta difícil decidirse entre la tarta de queso sobre fondo de natillas y frutos rojos, la tarta de zanahoria con fondo de crema de arroz con leche, el sorbete de mojito cubano con ron tostado o el coulant de chocolate de frutos rojos, entre otras delicias.

He de confesar que he echado de menos en su carta de vinos que no estuvieran presentes nuestros magníficos vinos de Madrid, pero estoy convencido de que en un barrio con un carácter madrileño tan marcado, más pronto que tarde, nuestros blancos, tintos y rosados se convertirán en un elemento más del disfrute malasañero.

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A toda Máquina

GASTROMÍA| Por Borja Gutiérrez

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Sugerencias del día: cigala tronco de Huelva, cigala terciada de Isla Cristina (hervida o a la plancha), gamba roja especial del Mediterráneo (también hervida o a la plancha), navajas gallegas a la plancha, boquerón plateado de Málaga a la andaluza, salmonetes finísimos de Motril fritos en oliva virgen extra y cogote de merluza de pincho a la bilbaína o plancha. Estas son las propuestas con las que nos abraza el restaurante La Máquina Jorge Juan (calle de Jorge Juan, 12 en Madrid), nada más sentarnos a la mesa.

El grupo La Máquina nació en 1982 con un primer establecimiento que ahora es la Máquina Original, ubicado en la calle de Sor Ángela de la Cruz 22, y que no solo ha sabido mantenerse con unos magníficos estándares de calidad y de confort, sino que ha ido creciendo y diversificando su oferta con la apertura de nuevos restaurantes. En la actualidad conforman el grupo, además de La Máquina Original y La Máquina Jorge Juan… La Máquina Chamberí (calle de Ponzano, 41), La Parrilla de La Máquina (calle de Jorge Juan, 22),  El Vagón de La Máquina Castellana Gourmet Experience (calle de Raimundo Fernández Villaverde, 79), La Máquina La Moraleja (Alcobendas), El Vagón de La Máquina Goya (calle de Goya, 85), El Vagón de La Máquina Gran Vía (Plaza del Callao, 2), El Jardín de La Máquina (avenida de la Victoria, s/n), Casa Narcisa (Paseo de la Castellana, 254) y La Cantina (calle de Sor Ángela de la Cruz, 17).  Cada uno con su propia identidad y encanto.

Atravesar el umbral de cualquiera de sus establecimientos supone adentrarse en una experiencia gastronómica asentada sobre la base de la calidad excepcional de sus productos nacionales, en un ambiente cosmopolita y acogedor.

En su carta podemos encontrar entrantes como el jamón ibérico de bellota, coquinas a la plancha con oliva virgen extra, almejas de la Ría a la marinera, pulpo a la brasa, caviar Osetra, tartar de salmón con aguacate o huevos rotos con patatinas e ibérico. En el apartado de Fritura, destacar sus croquetas de cremosa bechamel con jamón ibérico, cigalitas, o boletus y trufa, boquerón plateado a la andaluza, chanquetes con huevos fritos, gamba roja al ajillo ligeramente picante… Y mariscos que invitan a una degustación de ostras, vieira gorda rustida al horno, zamburiñas en gratén de jamón y cebollita, gamba blanca cocida o a la plancha, cigalas, etc. Entre las ensaladas y verduras, la flor de alcachofa con cristal de sal resulta sencillamente espectacular.

Los más de cuarenta años de experiencia en los fogones se notan especialmente en sus platos de tradición, como la fabada con compango, los callos a la moda de Oviedo, el rabo de vacuno estofado y sus arroces.

Y aunque la carta de carnes ofrece delicias como las albóndigas de ternera y cerdo ibérico en salsa española, el entrecot fileteado de vacuno mayor, o las chuletitas de lechal a la sartén, sin duda, las auténticas estrellas de la carta son los pescados entre los que destacan la merluza de pincho en salsa verde con almejas y cocochas, el rodaballo salvaje a la plancha o a la gallega, la lubina salvaje en hojaldre de sal y el tartar de atún rojo de almadraba.

La Máquina ofrece una amplísima Bodega de vinos, dulces y generosos, blancos, espumosos, rodados y claretes, y tintos, tanto nacionales como internacionales. Aunque he de reconocer, que se echa de menos la presencia de nuestros magníficos vinos de Madrid ya que, entre tan impresionante bodega de vinos, hay tan solo dos tintos de Madrid. 

La Máquina avanza imparable, haciendo lo bueno, como de costumbre.

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